White Trash / Nancy Isenberg

Em va agradar molt el llibre Manifiesto Redneck, així com també Chavs, els dos retraten dues causes perdudes o oblidades, els blancs pobres americans i els obrers anglesos pobres (també blancs en la seva majoria). Els dos llibres deixen clar que no estem en una societat lliure de classes, encara que ho pugui semblar. Estats Units va ser una colònia britànica i era tan classista com la metròpoli, encara que després, en els seus documents fundacionals, s’autoanomenessin una societat sense classes. Una societat sense classes i d’homes lliures, però amb esclavitud, no sembla un inici massa coherent. Els rednecks, els blancs pobres i camperols existeixen, i en un país que ha fet de l’èxit personal la seva religió, si algú és pobre és perquè vol, perquè no s’esforça prou. És una resposta simple (i convenient) a un problema complex i que té causes i culpables, i potser per això no es parla gaire d’aquest tema.

El tema m’interessa perquè m’interessa la cultura americana i, com a lector de Dirty Works, em trobo sovint amb personatges així, que entre d’altres noms tenen aquest de white trash (deixalles blanques), entre d’altres termes igual d’afectuosos.

Solo se pueden crear mitos históricos a través del olvido. Deberemos empezar, por tanto, con el primer movimiento de negación de la realidad: la mayor parte de los planteamientos colonizadores que arraigaron en la América británica de los siglos XVII i XVIII tenían su base en el privilegio y la subordinación, no en ningún tipo de protodemocracia. Desde luego, la generación de 1776 restó importancia a este hecho. Y todas las generaciones posteriores seguirían el ejemplo de los fundadores de la nación.

Aquest sembla ser el punt clau, la seva negació, se’ls nega la raó de l’existència per atribuir-ho a ells mateixos, són així perquè volen, o fins i tot perquè no poden ser una altra cosa. No sé quina de les dues idees és pitjor, en qualsevol cas representen una veritat incòmoda.

La situació diguem-ne actual té els seus orígens en els primers temps de la colonització americana

En este sentido, lo que Hakluyt preveía constituir en la Norteamérica colonizada era un gigantesco asilo para indigentes. Nunca se insistirá lo suficiente en este punto. Una vez que hubieran establecido sus asentamientos los enviados al “firme páramo” del otro lado del Atlántico, el continente se transformaría en un espacio capaz de convertir el excedente de pobres, la morralla humana de Inglaterra, en otros tantos activos económicos. Se lograría a un tiempo cosechar la tierra y explotar a los desposeídos, con lo que la riqueza nacional aumentaría, en lugar de seguir padeciendo su menoscabo.

Un tractament de la gent com poc menys que bestiar. En aquests primers anys, els darrers de la colònia i els primers de la independència, apareixen grans noms com Benjamin Franklin, defensant coses que ara seria complicat de defensar.

Existía una distinción legal entre las personas libres y las carentes de libertad, grupo este último en el que no solo quedaban incluidos los esclavos, sino también los criados forzosos, los trabajadores convictos y los aprendices. En su condición de individuos dependientes de otros, a todos ellos se los clasificaba como mediocres, serviles y malcriados.[…]

Según concluye Franklin, la mayor parte de la gente quería llevar una “vida desahogada” y verse “libre de preocupaciones y labores arduas”. La pereza y la indolencia eran en sí mismas dos formas de placer. Esa era la razón de que afirmara que la única solución a la pobreza consistía en crear algún tipo de sistema coercitivo que obligara a los pobres a trabajar […].

En el año 1780, Franklin aún seguía advirtiendo a su nieto de que la sociedad clasificaba a la gente en “dos tipos de personas”: las que “vivían confortablemente en buenas casas” y las que, “sumidas en la pobreza y la suciedad, se ven obligadas a vestir harapos, a llevar una existencia violenta y a refugiarse en míseras cabañas y desvanes”, a lo que añadía que esta segunda clase, “caso de permanecer ociosa, ha de soportar las privaciones o perecer de hambre”.

També apareix Thomas Jefferson, un altre membre de l’elit que governava i que esperava que la púrria de gent que tant menyspreaven lluités les seves guerres, com la de la Independència. La majoria de gent podríem dir que se sentien poc motivats per agafar les armes.

La Virginia revolucionaria difícilmente podía ser un territorio donde reinara la armonía, el igualitarismo o la unidad. El esfuerzo bélico no vino sino a exacerbar el conjunto de tensiones que, tras una larga fermentación, habían distanciado a los patriotas de la élite social de todos cuantos se hallaran por debajo de ellos. En perfecta sintonía con la tradición británica, la flor y nata norteamericana esperaba que las clases bajas se encargaran de combatir en sus guerras. En la Guerra de los Siete Años, por ejemplo, los virginianos recurrieron a la infame práctica del reclutamiento forzoso, haciendo redadas de vagabundos a los que se obligaba a ingresar en el Ejército a fin de cubrir los cupos militares que se exigían a la colonia. Y en tiempos de la Revolución estadounidense, el general Washington llegará a afirmar que solo “las clases populares más bajas” debían servir en la infantería. Jefferso creía que el carácter de las clases sociales era una realidad palpable. Siendo ya miembro de la Cámara de Delegados de Virginia, Jefferson ideó un plan destinado a crear un regimiento de caballería integrado específicamente por los hijos de los plantadores de la colonia, jóvenes que, según él, “se han vuelto incapaces de actuar como soldados de a pie por indolencia o educación”.

Mount Rushmore, South Dakota © U.S. Department of the Interior. Creative Commons.

A veure, el tema seria molt resumit com segueix:

[…] “los varones pobres no encontraran aliciente alguno en la lucha, al no tener nada que defender”.

Llegint això ens adonem que la història d’Estats Units és una gran màquina de propaganda. A més a més, porta funcionant des del principi i els pares fundadors tenen el seu paper, però també els qui van venir després. Andrew Jackson era una bèstia parda, un animal, però almenys no era el clàssic refinat de la costa est, era un canvi respecte qui decidia les coses. També Davy Crockett avisava sobre els perills de les desigualtats que s’estenien de mala manera pel jove país, que començava a tenir un nombre creixent d’ocupants ilegals de terres, a més a més d’indis. Problemes per a gent que havia decidit que tot allò era seu i punt.

El último término sería el hombre [Davy Crockett], y no su leyenda, quien sacara lo mejor de sí mismo y consiguiera poner de manifiesto la existencia de un conflicto de clases entre las regiones apartadas, donde un puñado de especuladores en modo alguno imaginarios se abalanzaban una y otra vez sobre un conjunto de ocupantes ilegales tan reales como sus agresores.

En las elecciones presidenciales de 1828, David Crockett respaldó vehementemente a Andrew Jackson, pero no tardaría en abandonar al imperioso general. El proyecto de ley agraria que elaboró Crockett le creó numerosos enemigos en Tennessee, y también se opuso al proyecto de ley de traslado forzoso de los indios, con el que se daba el visto bueno a la obligada expulsión de los cherokis y otras “tribus civilizadas” de los estados del sureste.

Crazy Horse Memorial ©StockyPics. Creative Commons.

La expulsión de los indígenas se vio acompañada del injusto trato a los ocupantes ilegales, ya que se les expulsó de los espacio públicos y se les impidió hacerse con la propiedad de las tierras que habían colonizado y hecho productivas. Los aliados de Jackson respondieron a la deserción de Crockett tachándole de indeseable e ignorante.

Una de les coses que més xoquen amb la mentalitat actual eren els requisits per votar, no és únicament que només poguessin votar els homes blancs, era molt més pervers que això, i més restrictiu.

[…] lo cierto es que Norteamérica no conoció la igualdad política en la llamada Era de Jackson. Virginia conservó la exigencia de la posesión de tierras, o de un determinado conjunto de propiedades muebles, como requisito para el ejercicio del voto hasta el año 1851; Luisiana y Connecticut hasta 1845; y Carolina del Norte hasta 1857. Tennessee no eliminó la restricción por la que únicamente podían votar los titulares de pleno derecho de una propiedad hasta 1834, después de que Jackson fuera elegido para un segundo mandato. En ocho estados se promulgaron leyes que privaban del derecho al voto a los pobres urbanos. Al mismo tiempo, en muchas poblaciones y ciudades se adoptaron normativas que restringían la posibilidad del sufragio con una severidad superior a lo establecido en las asambleas legislativas de sus propios estados.

Fan bona aquella frase d’Stalin que deia que el poder no el tenia qui votava sinó qui comptava els vots. Tot plegat, a més a més, passava mentre Estats Units s’expandia cap a l’Oest i cap al Sud, amb les incorporacions de Califòrnia i Texas, i una guerra amb Mèxic que va servir per incorporar sis estats més. Passaven coses, però no afectaven als que ocupaven la base de la piràmide social, com passa sempre, vaja. Mentrestant, el sud i els seus blancs pobres eren un tema d’escarni continu.

El sur que retrata Helper es una “cloaca de degradación e ignorancia” poblada por la escoria blanca pobre, es decir, por una masa de gentes canijas, estériles y próximas al cretinismo cuyo único horizonte era la extinción.

Parlem una mica de Texas.

La Constitución nacional de Texas negó explícitamente el derecho de ciudadanía a todos los habitantes que tuvieran ascendencia africana o india. […] Texas también podría reclamar para sí el dudoso honor de haber sido la “primera” en otra cosa. En 1849, el doctor Gideon Lincecum presentó un memorando ante la Asamblea Legislativa de Texas con la esperanza de garantizar la disponibilidad de “buenos reproductores”. Su solución consistía en castrar a los delincuentes tal y como se les hace a los machos capones de cualquier especie animal. De ese modo pretendía cortar, literalmente, toda posible continuidad de esa rama consanguínea para impedir la reproducción de los individuos juzgados inferiores. […] Su plan fue rechazado, pero en realidad solo se había adelantado a su tiempo.

I Califòrnia… bé Califòrnia també té tela…

Estos dos extensos territorios estaban repletos de deudores fugados, delincuentes de la peor y más marginada ralea, jugadores deshonestos y aventureros despiadados. Todos ellos prosperaron sin dificultad en la caótica atmósfera generada por la expansión hacia el oeste. La fiebre del oro californiana no solo atrajo a canosos buscadores del precioso metal, sino también a prostitutas, cazafortunas e individuos decididos a hacer diner vendiendo falsos títulos de propiedad.[…]

En cierto sentido, puede decirse que California recuperó las viejas pautas de comportamiento del colonialismo británico. A pesar de haberse incorporado a la Unión como estado libre y de prohibir la esclavitud, su asamblea legislativa no tardaría en aprobar una larga serie de alambicadas leyes destinadas a permitir la servidumbre forzosa de los indígenas normeamericanos. Entre los años 1850 y 1854, cerca de veinte mil hombres, mujeres y niños indios se vieron explotados como criados sin derechos.

Sense pietat ni miraments cap als pobres, eren el que eren i només eren mereixedors de menyspreu i res més.

“Al igual que otras razas nómadas”, resalta Hundley, la escoria blanca deberá “retirarse cada vez más hacia el oeste y el sur hasta perderse y ser finalmente absorbida por los semicivilizados mestizos que habitan el las llanuras de México”. Para los nuevos elitistas, la migración extramuros de Norteamérica era la única indulgencia salvadora.

Se había trazado con nuevos contornos el perfil del vagabundo y el ocupante ilegal, pero todos ellos, en esencia, fuesen hombres o mujeres, seguían siendo objeto de la misma consideración: eran un simple pedazo de escoria blanca condenada a vivir en los márgenesde la sociedad rural. Los observadores señalabn que la movediza masa de indeseables que derivaba lentamente al ritmo de la constante expansión al oeste constituía un desafío para el principio axial de la democracia. California era un primer toque de atención. Las preocupaciones de los angustiados sureños no se centraban únicamente en las cuestiones de la sociedad esclavista y la economía basada en la esclavitud, también giraban en torno al creciente número de blancos pobres que dejaban palmariamente en evidencia la permanente desigualdad inherente a un orden social de naturaleza verticañ. ¿Había realmente alguien que siguiera hablando de igualdad entre los blancos? Nadie que tuviera verdadera relevancia, desde luego. Digámoslo sin ambages: en la senda de la desunión, las cunetas aparecían repletas de basura blanca.

Déu n’hi do sobre el país de la llibertat i totes aquestes coses, déu n’hi do! I arriba la guerra de secessió, on els blancs pobres serveixen de carn de canó a una i altra banda de la línia Mason-Dixon. Es contraposaven dues maneres diferents d’entendre el país (anava a posar oposades, però tampoc era tan diferent), i als estats esclavistes era especialment sangrant que blancs pobres estiguessin defensant el sistema dels grans propietaris d’esclaus, que a més a més no anaven al front per una mòdica suma de diners (mòdica per a ells, inassolible pels pobres).

Las acusaciones que denunciaban que se trataba de “una guerra de hombres ricos, librada por hombres pobres” fueron un runrún constante durante toda la guerra, y sobre todo después de que el Congreso confederado aprobara la Ley de servicio militar obligatorio de 1862, por la que se decretaba el reclutamiento forzoso de todos los varones de edades comprendidas entre los dieciocho y los treinta y cinco años. Las élites cultas y los propietarios de esclavos, junto con todos aquellos que desempeñaran un cargo púbico o realizaran actividades económicas relevantes, podían solicitar la exención, lo que convertía a los granjeros pobres y a los jornaleros a sueldo en los principales objetivos del enrolamiento.

Com en la mateixa guerra d’independència, eren els pobres els que havien de morir per garantir els drets dels rics. Amb el final de la guerra les coses van canviar només relativament, l’esclavatge es va acabar, sí, però les classes socials, el racisme, el clasisme i el menyspreu pels pobres en general no es va acabar, va seguir amb salut de ferro.

Termes racistes es feien servir sense miraments, l’eugenèsia tenia adeptes entre presidents i els blancs pobres eren una molèstia, una vergonya que s’entestava en existir i fins i tot en reclamar drets. Hi havia una quantitat enorme de gent sense drets, sigui per temes racials o econòmics. Això es molt americà, guanyar i aleshores fer-se les coses a mida perquè ningú més pugui guanyar, jugar amb cartes marcades. I les lluites per la plenitud de drets ha arribat fins ben avançat el segle XX.

Els pobres servien per lluitar a les guerres i per les feines dures, i res més. Si es podia mantenir un cert raonament racista la cosa es podia aguantar més, al cap i a la fi en el país de les possibilitats si els negres, hispans i indis no progressaven era perquè no donaven més de sí, però els blancs pobres trencaven aquest raonament tan convenient. Aleshores resultava que aquests blancs no eren “racialment” iguals que els que manaven, els bons, i que eren ganduls i que estaven com estaven perquè volien i perquè s’ho mereixien, no com els de les altres races que simplement no podien aspirar a res més. En fi, qualsevol teoria servia per justificar a posteriori un estat de les coses molt convenient per a uns pocs però amb mitjans suficients com per convertir el seu missatge en la veritat hegemònica.

En 1854, Henry David Thoreau empleará los más sombríos pinceles de la imaginación para trazar ese mismo perfil temático: el esclavo del sur era un cadáver en descomposición, asegura, y el mejor uso al que podía prestarse era el de servir de “estiércol” para fertilizar las tierras de quienes colonizaran el oeste. Decidido a equiparar a los blancos pobres con los excrementos humanos, Thoreau asegura en su descripción que estos miserables cumplen únicamente una función, la de convertirse en abono para los campos de los nuevos territorios.

O el que que diu un personatge de Dred, novel·la de Harriet Beecher Stowe: “Deberían organizarse partidas de caza para conseguir que abandonen sus madrigueras y podamos exterminarlos, tal y como hacemos con las ratas”.

L’eugenèsia va ser molt acceptada, de manera unànime i amb un resultat de lleis i projectes absolutament vergonyosos.

En último término, el presidente [T. Roosevelt] opinaba que la generación confederada y sus herederos habían contribuido “poquísimo a producir algo de los que los norteamericanos podamos sentirnos orgullosos”.

Roosevelt quedó seducido por la eugenesia en 1903, y dos años más tarde expondrá sus nuevas creencias en un discuros pronunciado ante el Congreso Nacional de Madres. Preocupado por el “suicidio de la raza”, como él mismo decía, Roosevelt recomendaba a las mujeres de cepa anglonorteamericana que tuviesen entre cuatro y seis hijos, cifra que juzgaba “suficiente para que la raza creciera en lugar de decrecer”.

No Known Restrictions: President Theodore Roosevelt on Horseback by Underwood, 1902 (LOC) © pingnews.com, Domini públic.

[…] los defensores de este planteamiento comenzaron a presionar para conseguir una legislación que permitiera a los médicos y a otros profesionales separar y poner en cuarentena a los no aptos, apartándolos del grueso de la población. También apelaban a la castración de los delincuentes y promovían la esterilización de las clases enfermizas y degeneradas. Pese a que estas doctrinas supongan una flagrante violación de los derechos humanos, sea en la época que sea, lo cierto es que un legislador de Michigan se atrevería a dar incluso un paso más. En 1903 propuso que el estado liquidara sin más a los no aptos.

Por consiguiente, a principios del siglo XX eran muchos los que pensaban que el “nuevo problema de la raza” no lo planteaba el negro. Se trataba de una crisis diferente, y su causa residía en la “inútil clase de los blancos antisociales”.

No és només que no se’ls hi ofereixen mitjans per a una supervivència digna i amb possibilitats de progrés, és que es justifica això amb arguments que són falsos per no canviar-ho i, en darrer terme, es proposa simplement acabar amb aquesta gent. Tot això al país de la llibertat i totes aquestes milongues… No gaire més tard, als anys 30, un altre il·luminat anomenat Hitler també va idear tot de polítiques delirants i assassines amb els mateixos raonaments que tant van seduïr el 26è president dels Estats Units d’Amèrica. No deixen de ser curioses aquestes coincidències i com s’ha dissimulat després tot això, com si no interessés recordar-ho.

Però el 1929 el crack de la borsa ho va fer saltar tot pels aires i va arribar la Gran Depressió. El mite fundacional i l’ascensor social no aguantaven l’evidència de les cues de la fam, els desplaçaments massius de treballadors, les barraques als afores de les ciutats… L’evidència que els blancs pobres eren simplement aturats, no era una classe “biològica” de gent, era una classe econòmica i l’ascensor social només funcionava cap avall, era molt fàcil quedar-se sense feina i passar a ser un habitant més dels barris de barraques, els hoovervilles, com en van dir en “honor” al president Hoover.

© Margaret Bourke-White.

Al llarg dels anys 30 també hi va haver el fenòmen dels Dust Bowl a Oklahoma (principalment, però no només allà), una comminació de sobreexplotació del sòl i una sequera intensa que va provocar que molts agricultors ho perdessin tot hi haguessin de desplaçar-se a les ciutats, sobretot la costa oest. Aquest és l’argument del molt recomanable El raïm de la ira, de John Steinbeck.

A family lingers on the side of the highway near their car and meager belongings on the great trip west during the 1930s Dust Bowl.
Photo Credit: Courtesy of the Oklahoma Historical Society Research Center

Més blancs que, de cop i volta, passaven a engrossir les files dels blancs pobres, dels white trash. I cada cop quedava més clar que era un tema econòmic, i les explicacions pseudo-científiques anaven quedant cada cop més i més arraconades i desacreditades. Això va canviar una mica com es pensava en els blancs pobres, però la seva situació va canviar ben poc. De totes maneres als anys 30-40 van començar a fer-se polítiques per intentar millorar la situació dels agricultors del país, per fer que tinguessin altres opcions que no fossin la misèria o la migració a les ciutats industrials o a l’oest. Els migrants i els campaments de caravanes no es van acabar ni després de la Segona Guerra Mundial, quan el fet de posseir una casa va esdevenir una escletxa social entre els que sí i els que no. I com sempre, ja sabem qui estava al cantó dels “que no”.

De totes maneres algunes coses van començar a canviar, alguns membres de la white trash van aconseguir arribar ben amunt, bàsicament Elvis Presley i Lyndon B. Johnson, primer, i més endavant Jimmy Carter o Bill Clinton.

Elvis Presley. © brett jordan. Creative Commons.

A poc a poc es van aconseguir algunes millores (lleis de Lyndon B. Johnson fonamentalment) i una certa modificació de la percepció que es tenia del grup, o potser una matisació.

Las nociones de paleto, mascamazorcas y rústico empezaron a adquirir al mismo tiempo categoría de identidad étnica, epíteto racial y timbre de honor del obrero. Un periodista de Carolina del Norte logrará resumir con claridad toda esta confusión identitaria: “Si se tiene usted por un paleto, también estará usted convencido de ser una persona trabajadora, aficionada a divertirse y de carácter independiente. Si no se reconoce usted en el perfil del palurdo, pensará en cambio que quienes sí responden a él son ruidosos, repulsivos, intolerantes y superficiales”.

En general costa molt que un govern intervingui i no deixi que sigui el mercat (és a dir, els rics) qui reguli aquestes coses, i aquesta postura no només la defensen els rics, com seria lògic, està incrustada a l’ADN del país.

En términos generales, la queja actual que se suele oponer a la intervención del Estado viene a hacerse eco del viejo temor de los ingleses a la nivelación social, que, según se dice, da alas a la población improductiva. Las últimas versiones de este planteamiento aseguran que las ayudas gubernamentales siegan la hierba bajo los pies del sueño americano. De acuerdo, pero… ¿el sueño de qué americanos?

La clase es el factor que determina el modo de vida de la gente de carne y hueso.Las personas no viven de mitos. No palpan ese sueño. La política remite siempre a cuestiones que van más allá de lo que se dice o de lo que alcanza a percibir la vista. Aunque lo nieguen, los políticos abordan temas de clase y trabajan en ellos.

I per acabar, una aportació de nou de Lyndon B. Johnson, molt aclaridora sobre el tema:

The Sixties at 50 Tonkin Gulf. © manhhai. Creative Commons.

“Si consigues convencer al blanco más tirado de que está por encima del mejor de los hombres de color, ni se enterará de que le estás metiendo la mano en el bolsillo. ¡Demonios! ¡Dale alguien a quien menospreciar y te dará todo lo que tenga!”

I amb això arribo al final d’un tros de llibre que s’ha guanyat una entrada de quasi 4000 paraules, una bestiesa. És un molt bon llibre, i extremadament documentat. En lloc d’una bibliografia de 100 pàgines al final del llibre aquí fan notes al peu, pràcticament una per paràgraf, i estem parlant d’un llibre de 700 pàgines. Deconstrucció d’un mite que tots ens hem empassat i un retrat gens afavoridor, però real i necessari, de la principal potència mundial (fins que arribin els xinesos). Un llibre recomanable, però de lectura tirant a lenta i densa, molt més tècnic i històric que no pas literari, tingueu això ben clar.

(Visited 97 times, 1 visits today)