Polvos raros / Lynne Tillman
Veig un article o alguna cosa que parla d’un llibre i pam, a la pila de pendents, sobretot si són curtets com és el cas d’aquest Polvos raros de la nordamericana Lynne Tillman, a veure què tal però les meves anteriors trobades amb llibres d’aquesta editorial han sortit molt bé, o sigui que tinc esperances.
És un llibre estrany i ràpid i és bastant el que promet el títol. L’autora va fent un repàs de les seves aventures sexuals i dels seus companys, més que un recompte més o menys pormenoritzat de claus tenim una recapitulació d’amants, i a través d’això també sabem millor qui era ella a cada moment, com si la vida sexual fos un reflex més o menys fidel de la seva vida, de la seva altra vida si és que es pot treure el sexe de la vida d’algú, cosa que no sé i no penso investigar.
El llibre permet fer aquesta biografia de l’autora, i els capítols són tan llargs que es llegeix en res, en un altre format de llibre amb les pàgines una mica més grans, ens hauríem plantat amb un llibre amb prou feines de 50 pàgines. Si sou dels que busqueu lectures ràpides aquest és el vostre llibre.
Yo era una diosa de los barrios bajos e iba a la universidad. Él se parecía a Richard Burton; yo me parecía a Liz Taylor. Y lo que sentíamos era así de cutre y atormentado.
George tenía un restaurante que abría hasta tarde en St. Marks Place. Yo iba con Hope, mi compañera de piso. Tomábamos café, pedíamos una hamburguesa. Fascinación fatal con G detrás de la barra —el sexo oculto, pero no el cuello, los ojos, los hombros—. Me llamaba Pequeña. “Pequeña —decía—. ¿Qué haces aquí? ¿Qué quieres?”. Yo me sentaba en la barra con una taza de café caliente en la mano, incapaz de hablar, con el corazón en el coño, poco elocuente.
Una cosa que fa molt l’autora és viatjar, Nova York, Amsterdam, Londres, de turista a Itàlia i Grècia… i amb una facilitat per enllitar-se que ens pot xocar una mica però eren els anys 60 i si algú li feia gràcia doncs acabaven al llit.
No sé cómo acabamos en el piso de arriba, en un loft. Bill era pelirrojo con ojos castaños. Era muy alto y llevaba una camisa de franela. Hicimos el amor toda la noche, una de esas noches sin dormir reconfortantes. Su cuerpo flacucho y no mucha conversación. No paraba de trazar esa línia de la palma de mi mano al codo, por la cara interna del brazo. Me desarmó. Era fácil.
Por la mañana temprano, en el B&H Daury Restaurant, teníamos la cara roja como el pelo de Bill. Desayunamos con los viejos judíos en esa selva humeante de alubias y cebada. El romance en el East Village olía a gachas de avena y se parecía a las camisas de franela. Nuestro olor en el olor del restaurante. Entraron George y José y había pasado un millón de años, esas semanas de pasión gris y un polvo rápido. Sentada con Bill, tan fácil de interpretar, les sonrío. George parece sentirse culpable y avergonzado. Yo me siento juguetona y él ya ha pasado a la historia.
El llibre és sincer i breu, amb una economia de medis a la que s’arriba després de molta feina decidint què és important i què no.
Volví a Londres y a la locura de las noches y los días con John. Compartíamos una habitación en Lancaster Road, cerca de Portobello Road. Nuestra vida consistía en pasteles, té, nata y visitas constantes. Un hombre joven al que visitamos, poeta, murió al año siguiente. Más adelante su novia se acostó con John. Después yo me acosté con un buen amigo de John. Todos intentábamos prolongar unas conexiones que alguna vez habían existido.
John llevaba una bata gruesa de lana y yo llevaba un kimono japonés que siempre estaba abierto para él.
En aquells anys i en aquells ambients les drogues eren presents, sobretot l’haixix, però també el Valium, possiblement la droga legal més estesa de totes.
A estas alturas todo el mundo sabe que el Valium es una manera de superar una aventura amorosa. Después de tomar esas pastillas durante el tiempo suficiente la vida se vuelve intensamente imparcial: todo es lo mismo. En este estado visité a amigos y conocidos con ecuanimidad. Incluso a gente que no me caía bien. En una casa conocí a Tim, un exiliado de las afueras de Hollywood, actor y relaciones públicas de no sé qué. También era fotógrafo. Lo conocí y me fui a casa sin expectativas de particular interés, una de las características del Valium.
Els seixanta donen pas als setanta, i les coses ja canvien i tot allò que una dècada abans sonava a promesa es revela com un malson, com si la història fos pendular i ara toqués la cara fosca.
La economía afecta a nuestra vida especialmente: no tenía dinero ni donde vivir desde que dejé la cooperativa. Había vivido de las vacas gordas y ahora, bien entrados los años setenta, ya no había tanto exceso. Había que apretarse el cinturón. Después de tantas flores y asesinatos, el optimismo había muerto. Todo seguía según lo programado. Vacas flacas. Roger tenía una casita en Londres y alquilaba una casa de campo en Norfolk.
En nuestra tercera noche en Ámsterdam fumamos y comimos hachís. Dimos un paseo y mientras paseábamos sentí que no íbamos a ninguna parte.
I un petit fragment que no m’he pogut resistir a posar:
A los catorce años descubrí que los chicos se enamoraban de mí si escuchaba todo lo que decían. Un fuerte sentido de la integridad me prohibió seguir con esa forma de seducción. Y además de la integridad estaba el problema de tener que seguir escuchándolos.
Si us ho esteu pensant no cal, trigareu menys estona a llegir-lo que a pensar si l’heu de llegir, a mi m’ha deixat amb ganes de més llibres d’aquesta autora de la que per ara em sembla que només tenim això a casa nostra.