Mi padre, el pornógrafo / Chris Offutt
Vaig arribar a aquest llibre després de llegir aquesta entrevista al seu autor Chris Offutt (les recomanacions de Kiko Amat no fallen), vaig veure que el llibre podia estar bé per força motius. El primer és que és un tipus de literatura molt grit lit, molt del que sol publicar Dirty Works, per exemple, també té molt de drama paterno-filial, zona rural americana mig salvatge i una gent que hi viu també mig salvatge. Tot i que el pare de l’autor era un escriptor, escriptor de pulp porno concretament, amb la frase que hi ha a la contraportada costa no tenir ganes per posar-se a llegir de manera immediata, frase curta i contundent i que ja indica per on anirà la cosa al llarg del llibre.
Cuando Andrew Offutt murió, su hijo Chris heredó un escritorio, un rifle y ochocientos kilos de porno.
Yeah! Això ja és del propi llibre, un primer tast del pare de l’autor:
En 1990 llamé a mi padre para darle la noticia de que Vintage Contemporaries iba a publicar Kentucky seco, mi primer libro. Mientras papá digería la información se produjo un largo silencio.
—Lo siento —dijo.
—¿A qué te refieres? —dije yo.
—No sabía que te había dado una infancia tan terrible como para que acabaras siendo escritor.

Amb això ens fem una idea potser més exacta del que tenim al davant. El llibre no és una novel·la, són unes memòries, però que això no us faci enrere. A poc a poc ens anirem endinsant en el pare, un d’aquests pares terribles que són tan presents en la bona literatura americana, cal ser dur per aconseguir sobreviure-hi, potser això els hi dóna als autors un “no sé què” especial.
Una semana después del funeral, llevé a mamá a un invernadero hecho de paneles de plástico. Mamá escogió una planta de flores blancas; después sonrió, sacudió la cabeza y en su lugar eligió una de flores rojas.
—Tu padre era daltónico —dijo—. Yo compraba solo flores blancas para que él pudiese verlas.
Se llevó las rojas a casa. Después de cincuenta años, mamá plantaba en su propio jardín unas flores que le gustaban.
Lo que en general tenía entendido era que mi padre había escrito porno de manera ocasional para así complementar sus ingresos, un patrón que habían seguido muchos escritores. Al empezar a registrar su despacho, me di cuenta de que no era el caso. Mi padre se pasó media vida haciéndose pasar por escritor de ciencia ficción cuando en realidad ejercía de pornógrafo profesional. Los primeros once libros de papá eran porno. Lo extenso de su producción me sorprendió, pues el testamento secreto insinuaba solo una fracción de lo que descubrí. Cuando murió, también murió nuestro otro padre, su alter ego, John Cleve. A lo largo de su vida como escritor, papá había defendido a ultranza que él no usaba múltiples pseudónimos. Su personaje, John Cleve, tenía dieciséis pseudónimos. John Cleve tenía armario propio, material de papelería y firma. Y, lo más importante, a mi padre le gustava ser John Cleve. John Cleve escribía libros de sexo, era un swinger setentero y no tenía hijos.
Com que els llibres del seu pare no són pas per nens no el té gaire com a referència a l’hora d’escriure. Tot i que no cregui en els mentors, en els anys d’universitat va tenir la sort de poder estudiar amb James Salter (n’he parlat dels seus llibres aquí i aquí), de ser seleccionat de fet, hi havia tanta gent que volia treballar amb ell que estava obligat a seleccionar-los.
Muchos escritores jóvenes creen en el mito del mentor, pero yo nunca busqué un modelo a seguir. Había conocido a un único escritor en mi vida —a papá— e, ingenuo, presupuse que todos eran como él: controladores, pretenciosos, crueles y prepotentes. Mi actitud en Iowa fue beligerante. Los escritores consagrados eran el enemigo, y mi trabajo consistía en derrocar su dominio sobre la fortaleza de la literatura. Pese a mi resistencia, Salter me enseñó a mejorar mi trabajo. Había asistido a la universidad en West Point y se comportaba como si sus alumnos fuesen reclutas y él fuese un oficial, de esos que se arremangaban y alternaban con los mandos jóvenes. Hicimos caminatas juntos y nos salíamos de las pistas a través de los bosques locales, que yo conocía tan bien. Tenía una energía inagotable, tanto física como mental. Comentó que verme en el bosque era como verme escribir relatos.

El lloc on s’instal·larà la família Offutt serà un entorn determinant, tot i que llegint el que n’explica costa trobar motius per viure allà, més enllà d’haver-hi nascut.
La nuestra era la primera familia que se instalaba en Haldeman en más de treinta años. Muchos de nuestros vecinos carecían de fontanería convencional. Cultivaban huertos de subsistencia, criaban cerdos y gallinas, y cazaban para comer. Algunas familias cultivaban por dinero una pequeña plantación de tabaco y recogían ginseng en el bosque para venderlo. Muchas recibían ayudas sociales. Nadie iba a la universidad, y muy pocos terminaban el instituto. No era inusual que los hombres fuesen por ahí armados.
Escriure sempre va ser el somni de son pare, i quan va considerar que era el moment ho va deixar tot i s’hi va dedicar en cos i ànima.
Mi madre recuerda que papá estaba sentado en el salón leyendo una novela pornográfica comprada por correo. Papá la arrojó contra la pared opuesta.
—¡Yo escribo mejor! —dijo él.
Ella le sugirió que lo hiciera. En 1969 había publicado cinco y firmado un contrato para dos más.
Un caràcter com aquell, tancat a casa tot el día, concentrat en escriure, no era fàcil de conviure-hi, i clar quan ets un nano i és la teva família no tens més opcions.
Mi cuñado comentó una vez que era sorprendente que papá hubiese vivido tanto sin que nadie le hubiese partido la cara. Yo no lo había considerado hasta entonces, pero tenía razón. El motivo era el cuidado que papá ponía en estructurar su vida: se resistía a participar en situaciones que no pudiese controlar. Nadie le pegó jamás porque evitaba el conflicto con cualquiera capaz de defenderse.
Amb això no es fa estrany saber que a la mínima que van poder tots els fills van marxar de la casa familiar. Com a escriptor de pulp de diferents tipus el seu pare va aconseguir un cert ressó en un món aleshores encara força marginal que organitzava convencions a les que hi anava amb els fills (un cop allà deixava dona i fills completament al seu aire, el seu alter ego no tenia fills i es veu que en aquells llocs es lligava força). La impressió d’aquestes convencions en els fills que només coneixien l’entorn rural va ser fort, sobretot en Chris, el gran.
Pero había visto otro mundo, exótico y extraño, y a veces lo echaba de menos. Me dejé crecer el pelo para parecerme más a los fans. Si me parecía a ellos, tal vez mi padre mostraría más interés por mí.
Buf, déu n’hi do! El pare volia que els seus fills, que tota la seva família l’adoressin, com uns groupies. El mite de l’artista torturat està potser massa suat, però és innegable que el pare de Chris tenia una personalitat complicada.

El sentido de la crueldad y del juicio de papá procedía de una anticuada forma de catolicismo. Se había construido una cruz de porno y se había mantenido firmemente clavado a ella, padeciendo sus propias obsesiones. Había trocado el cielo y el infierno por la reencarnación, pero el abismo de su oprobio era católico romano puro. El sexo era inmundo. La expiación era necesaria. La huida de escribir porno era un alivio de la culpa que le causaba escribir porno, una especie de cinta de Moebius que, interminable, se autoperpetuaba.
Això sí, en el tema del porno el pare no només era bo en qualitat, també en quantitat, força normal perquè aquest tipus de literatura es paga a preu fet i només és rentable si es mantenen uns ritmes d’escriptura absolutament demencials.
El éxito comercial de las novelas pornográficas estadounidenses tocó techo durante los años setenta, coincidiendo con el periodo más prolífico y más activo de mi padre. Solo en 1972 publicó dieciocho novelas. Papá escribió porno de piratas, porno de fantasmas, porno de ciencia ficción, porno de vampiros, porno histórico, porno de viajes en el tiempo, porno de espías, porno de intriga, porno de zombis y porno de la Atlántida. Una novela del Oeste inédita abre con sexo en un granero, con la participación de un pistolero llamado Sosegado Smith, sin lugar a dudas el mejor nombre de un personaje creado por papá. A finales de aquella década, papá afirmaba que había incrementado la calidad de la pornografía estadounidense sin ayuda de nadie. Según sus papeles personales, creía que en el futuro los estudiosos se referirían a él como el “rey de la pornografía escrita del siglo XX”.
Es va equivocar, i sería recordat (en tot cas) com a pare de Chris Offutt, el que representaria tota una ofensa per ell. A través d’aquesta arqueologia pel porno que produia son pare Chris potser l’arriba a conèixer una mica millor. Com diu al principi creia que lo del porno era ocasional, no gairebé tot el que escribía, amb autèntica obsessió, i un estil on quedava encasellat, quan intentava escriure “normal” li quedava una cosa amb massa sexe per la literatura convencional i amb massa poc pels “llibres d’esquerrans” com en diuen de tota aquesta literatura que va morir en gran part amb l’adveniment del VHS.
Un llibre que realment m’ha donat ganes de llegir altres llibres Chris Offutt, i l’experiència em diu que un llibre que fa venir ganes de llegir sempre és un bon llibre. En una editorial Malas Tierras, per cert, que mereix que doneu una ullada al seu catàleg, encara breu però prometedor.